El ser humano Bert Hellinger

Para aquellos que estén interesados y que quieran conocer un poco mejor a Bert Hellinger, Heinrich Breuer, Theo Roos y Wilfried Nelles realizaron una entrevista en la que él cuenta una parte de la historia de su vida.

¿Hay un lugar…

para ti que asocies con el término hogar?

El lugar de donde vengo, Leimen cerca de Heidelberg, es particularmente importante para mí. Mis abuelos vivían allí, mis dos padres provienen de ese pueblo. Pero nuestra familia se mudó tempranamente de allí a Colonia. Para mí, Leimen es un lugar que se siente como hogar. Cada vez que paso por allí, así lo experimento.

El padre de mi madre trabajaba en la fábrica de cemento de Leimen. Fue un duro trabajo físico. Los trabajadores vivían en asentamientos que pertenecían a la fábrica. Y cada familia había obtenido un pedazo de tierra de la fábrica. Ese fue el momento de la transición de la era rural a la industrial, todos los trabajadores seguían trabajando sus campos. Mi abuelo también. Tenía un cerdo, gallinas y campos. Las mujeres y los hombres laboraban de la mañana a la noche. Cuando nací, el abuelo ya había salido de la fábrica. He sido testigo de su vida, del de la gente y del del asentamiento. Había ahí algo cálido y recto. Eso me ha influenciado toda mi vida. Tengo un corazón para esta vida simple, para las cosas sencillas.  

Antes de comenzar la escuela, pasé mucho tiempo con mis abuelos. Durante ese tiempo crecí en este medio y experimenté la vida de la gente común. Las familias tenían muchos hijos y, por supuesto, los niños gran tiempo juntos. Podíamos ir a las diferentes familias como algo natural, como si fuéramos uno de ellos. Básicamente era como una familia extendida.

¿Por qué tus padres …

te dejaron con tus abuelos por un tiempo?

Los abuelos querían que estuviera con ellos por un tiempo. Quizás debía endulzarles su despedida de la familia, que se había mudado a Colonia cuando yo era más pequeño. Pero me encantaba estar con ellos. Fui a Colonia cuando comenzaron las clases. Pasé los primeros cuatro años de la escuela primaria en Colonia. La escuela secundaria la absolví en un internado católico en Lohr am Main, de los misioneros de Mariannhill, los misioneros a los fui que más tarde.

La escuela y el internado de Bert (Anton) Hellinger

¿Fue este internado...

algo así como una preparación para la profesión sacerdotal?

Esa era la idea. Vivíamos en el internado e íbamos a la escuela secundaria estatal, la orden no tenía su propia escuela. Me sentí muy bien en el internado. Fue una buena etapa para mí, una muy buena etapa.

El tiempo en el internado cayó en la era nazi. Llegué al internado en 1936. En una gran elección que tuvo lugar después de que Austria quedara anexada a Alemania, algunas de las monjas que nos habían cuidado votaron por "no". Y como obviamente no hubo elecciones secretas en ese momento, esto se supo. Durante la noche, la SA se presentó frente al internado. Rompieron las ventanas y escribieron en las paredes: "Aquí viven traidores". Más tarde, el internado fue cerrado. La guerra ya había comenzado y el internado se convirtió en un hospital militar. Entonces volví con mi familia, que mientras tanto vivía en Kassel, donde mi padre había conseguido un nuevo trabajo. Allí continué yendo a la escuela por dos años más.

¿Entonces allí...

te graduaste?

No recibimos un diploma de bachiller, fuimos reclutados antes del final de curso. Después del séptimo grado, tenía 17 años, pasé tres meses en el servicio de trabajo y luego me uní al ejército, como operador de radio en la infantería. Nuestra unidad fue trasladada a Francia en el frente occidental. Allí vivencié la invasión y la retirada. Caí en cautiverio estadounidense en Aquisgrán.

Si recuerdas la época...

en que muchos jóvenes apoyaron y se identificaron con la ideología nazi ¿cómo fue eso para ti?

En el internado estábamos en un campo completamente diferente al de los otros jóvenes. No fuimos a la agrupación de jóvenes ni a la Juventud Hitleriana y, por lo tanto, tuvimos poco contacto con ellos. Más tarde, en Kassel, me uní a un pequeño grupo de jóvenes católicos, que por supuesto estaba prohibido. Pero regularmente nos reuníamos en secreto.

Los miembros de JH a menudo venían y querían recogerme para dar servicio. Entonces mi madre decía: "Ahora mismo, no está aquí". Pero eso solo se podía hacer por un tiempo, luego ya no era posible, habría amenazado demasiado a la familia. Por lo tanto, a pedido de mis padres, tocaba el violín cada quince días en una orquesta juvenil de Hitler.

Si miras atrás...

¿era tu familia un campo seguro??

La familia era un campo seguro, especialmente mi madre. Mi madre estaba tan firmemente arraigada en su fe, que la ideología nazi no podía confundirla.

¿Tu padre...

no tenía que estar en el partido en ese entonces?

Se le presionó mucho para que se uniera al partido, pero no lo hizo. Se mantuvo estrictamente fuera. En aquel entonces, esa era una señal especial de coraje.

Entonces ¿el colapso...

de la Alemania nazi no fue un desastre personal para nadie en la familia, como lo fue para muchas familias?

La muerte en guerra de mi hermano mayor, que se quedó en Rusia, fue, por supuesto, muy difícil. Mi hermano estuvo desaparecido por mucho tiempo. Solo me enteré de su muerte hace unos años, cuando estuve en Leimen. La esposa de mi primo Albert me dijo en ese momento: “Albert conoció hoy a alguien en el cementerio, que dijo que estuvo en el campo de prisioneros con un hombre llamado Hellinger, que era de Leimen”. Ese era mi hermano. Visité al hombre y él me lo confirmó, estuvo presente, cuando mi hermano murió. Estuvieron en un enorme campo de prisioneros, del cual solo unos veinte sobrevivieron, incluido él. Los otros casi todos murieron de disentería. Así nos enteramos de la muerte de mi hermano.

El colapso del Tercer Reich no fue un desastre para nosotros. Por el contrario. Si Alemania hubiera ganado, mi destino hubiera quedado sellado. Por supuesto, mi familia se vio profundamente consternada por la muerte de mi hermano. La casa en la que vivíamos en Kassel también se vio gravemente afectada por la guerra. Pero la pérdida de familiares y pertenencias era normal en ese momento, era lo que la mayoría de las familias experimentaban.

Como alguien...

que nació poco después de la guerra y creció en el período de posguerra, recuerdo bien a esos hombres con las mangas vacías y los cojos con las prótesis en las piernas. Para mí, las secuelas de la guerra fueron evidentes en estas personas. 

La guerra fue una gran época de muerte para todos. Eso era algo bastante natural, se sabía de un caído, luego de nuevo otro más. Creo que la mitad de mi clase murió. En la guerra, eso era algo común. No andabas triste por eso, era parte de ello. Era la guerra y la gente moría. Hoy en día, desde afuera, ya no puedes imaginarte cómo era.

Me doy cuenta de lo extraño...

que esto es para mí. La muerte entonces, aparentemente, era un hecho cotidiano.

Exacto, exacto.

Luego los bombardeos...

y las muertes de civiles.

En aquel entonces, era parte de la vida- como algo lógico.

¿Es el efecto de las experiencias...

de esa época que trabajas en temas de guerra y muerte y que puedas manejarlo sin miedo?

Tiene algo que ver con eso. Horst Eberhard Richter dio una conferencia en las Semanas de Psicoterapia en Lindau, en la que dijo algo como esto: “A veces esperamos- hablaba de su generación- que los jóvenes deberían ser como nosotros. Pero eso no puede ser posible. A la edad de 20 años, habíamos aprendido que la mitad de nuestros camaradas habían muerto. Lo que otros solo experimentan cuando tienen sesenta o setenta años, que sus compañeros mueren, ya lo hemos experimentado a los veinte”. Por supuesto, que estamos marcados por esto. Es parte de la vida vivida. 

Si recuerdas...

tu tiempo como soldado, ¿hay alguna experiencia particularmente drástica? ¿Con personas que murieron a tu lado, camaradas a quienes perdiste? Siempre vuelve a ser impactante, cómo puedes hablar de la comunidad de soldados. Sospecho que se basa en tus propias experiencias.

Las personas dependían unas de otras y, se necesitaban y respetaban mutuamente. Y, desde luego, también se amaban. Cada uno se responsabilizaba por el otro. Hubo grandes experiencias de camaradería y, sobre todo, no hubo diferencias de clase. Todos eran iguales. Recuerdo que estaba en una compañía con solo dos estudiantes de bachillerato. Yo no conocía eso, que hubiera grupos con pocos estudiantes de bachillerato, nunca lo había visto y experimentado antes. Había tal abundancia de diferentes experiencias y experiencias vitales previas a la guerra. Para mí, fue una gran experiencia, ver cómo cada una de las personas era diferente.

Por supuesto, la guerra es una experiencia en sí misma. Eras un soldado en una compañía que ya no era tan grande en ese momento. Constaba de unos sesenta o setenta soldados. Después de ocho días en acción, tal vez quedaban veinte de ellos. El resto habían caído o fueron heridos o hechos prisioneros. Luego se reunía una nueva compañía y nuevamente se la enviaba a la acción, y al cabo de ocho días de nuevo solo quedaban veinte. Estas son vivencias profundas.

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¿Cómo lidias con...

esto, qué tipo de duelo requiere?

No hay duelo en absoluto. Era un tiempo de muerte. La muerte era omnipresente y ya no daba miedo semejante presencia. Todo está enfocado en el momento, no te haces ilusiones de si saldrás, si saldrás en absoluto, estás a su merced. Y cuando todo sale bien, respiras aliviado. Eso es todo. Y eso no era tan solo en el frente, la muerte estaba igual de presente en casa.

¿Eso todavía juega...

un papel cuando miras la muerte hoy en día y cuestionas el significado de la muerte como algo malo y terrible?

Sí, juega un papel, porque eso me es familiar, todavía está muy cerca. 

¿Tiene esto algo...

que ver con una actitud que concuerda con la propia muerte??

Durante la guerra era bastante claro. La muerte estaba sencillamente a tu lado. Estaba a tu lado todo el tiempo, porque te podían disparar en cualquier momento y entonces habrías muerto. Esa era la vida normal.

¿La muerte ha...

hecho la vida más intensa?

Si, de hecho. ¡Tenía dieciocho o diecinueve años en ese momento! ¡Dios mio!

 

Y después de la guerra...

¿qué pasó entonces? 

Estuve primero en cautiverio durante un año en Charleroi en Bélgica. Hui del campo de prisioneros. Esta fuga, esta huida, me dio un año y medio de vida independiente. Después de huir, fui directamente a la misión de  Mariannhill. Unas semanas después de llegar a casa, me uní a la orden y comencé mis estudios. Estudié filosofía y teología en Würzburg.

Después de tus estudios,...

probablemente te ordenaste como sacerdote ¿a mediados de la década de los cincuenta?

1952 - Creo. Realmente ya no lo sé exactamente, ha pasado tanto tiempo. 

¿Alguna vez has dudado de haber seguido...

el camino sacerdotal?

No, no lo hice, nunca dudé. Decidí hacerlo cuando tenía cinco años.

¿Ya a los cinco años?…

Acarreé esta pregunta desde que era niño. El sacerdote me dijo en ese entonces, que tendría algo así como una experiencia de vocación, como el llamado de Dios. Siempre esperé la voz de Dios, pero no llegó. Como fue para ti?

La idea de ser sacerdote surgió así como así. Nunca tuve otra idea. 

Nunca entendí más tarde…

que los hombres jóvenes quisieran prescindir de una vida con mujeres. Esto no es un problema a las cinco, pero a los quince puedo imaginar que esta cuestión se plantea de forma bastante intensiva. ¿No hubo ningún análisis sobre el celibato y las preguntas relacionadas?

A los cinco, no existe tal cosa. 

Pero luego, alrededor de los 15…

¿Es una decisión no solo para una determinada forma de vida, sino también contra otra forma de vida? 

No puedes tratarlo de esta manera. No se trata de estas cosas, sino de una relación con Dios. Eso está subordinado a la relación con Dios. Tienes que verlo en el nivel de la relación con Dios. Tiene que ver con Dios, por supuesto, con Dios en mi concepto de ese momento.

¿Fue más tarde el celibato un factor,...

cuando consideraste tu salida en la década de los sesenta? Ya que, entonces te casaste.

La decisión de renunciar al sacerdocio no tuvo nada que ver con un posible matrimonio. Esta decisión también estuvo subordinada a la relación con Dios. De repente vi que gran parte de lo que era importante para mí en el cristianismo, en la Iglesia se mantenía oculto por otras cosas. De pronto, debía involucrarme en algo, que contradecía mi idea de Dios. Me quedo claro, de que ya no podía participar en eso. No porque me hubiera vuelto un incrédulo, sino más bien porque todavía era creyente.

¿La fe...

te era demasiado valiosa?

Era demasiado valiosa para mí. Por eso tuve que renunciar a la Orden. Lo otro se añadió más tardezu.

Bert Hellinger como profesor en Sudáfrica

¿Cuándo fuiste...

a Sudáfrica?

Eso fue en 1953, supongo. Primero hice en Sudáfrica otro estudio para poder ejercer la profesión docente. Luego llegué a una escuela para enseñar allí. Mientras enseñaba, obtuve el Diploma de Educación Universitaria en Ciencias de la Educación a través de la formación a distancia. Esto me dio la licencia de enseñar en las escuelas superiores. Después de eso también tuve que hacerme cargo de la administración de esta escuela.
Pero había trabajado demasiado al asumir esta obligación y el aprendizaje a distancia adicional. Tuve un colapso nervioso. Esa fue una enfermedad curativa, por así decirlo, porque me sacó de la escuela.

¿Tuviste una depresión...

por agotamiento o cómo la describirías?

Ya no podía dormir, fue una época terrible. Estaba exhausto, no tenía fuerzas para nada. Luego fui a una estación de misión de un hermano holandés y simplemente paseé con él, mientras estaba haciendo su trabajo. Como resultado, me recuperé lentamente en dos meses. Luego me tocó un puesto de misión y trabajé en la pastoral. Eso mucho más satisfactorio para mí.

¿Y después del puesto de misión,...

regresaste a Alemania?

Aún no. Pasaron más de diez años. Durante ese tiempo también me convertí en director del St. Francis College en Mariannhill. Era una escuela de élite. En ese momento, un alto porcentaje de estudiantes universitarios nativos provenía de esta escuela, que tenía una excelente reputación en toda Sudáfrica. La escuela también era a su vez un internado. Todos los estudiantes vivían en el internado. Fue una época linda y fructífera para mí. Hubo una colaboración muy estrecha entre mí como directivo y otro sacerdote que me apoyaba.

En realidad, no puedes dirigir solo  una escuela y un internado tan grandes. Básicamente, la escuela tenía dos internados, uno para las niñas y otro para los niños. Las hermanas eran responsables de las niñas y nosotros dos sacerdotes de los niños. Organizamos la escuela y el internado en el sentido de un amplio autogobierno. Cada clase elegía un portavoz y, además, la clase de final de estudios elegía a cinco representantes para el consejo escolar, el parlamento estudiantil. Este comité resolvió la mayoría de las cuestiones entre sí. Nos sorprendió lo bien que funcionó. Esa fue una experiencia importante para mí.

¿Cuánto tiempo…

estuviste en Sudáfrica en total?

Dieciséis años.

¿Y cuáles fueron...

las razones por las que te fuiste de allí? ¿Fue porque ya querías dejar la profesión sacerdotal? 

Las razones eran otras. Yo representaba una teología algo progresista, moderna, por la cual era conocido. De repente era sospechoso de que, en la instrucción religiosa en la escuela, tenía opiniones incompatibles con los preceptos de la Iglesia.

En ese momento se suponía que debía representar a mi obispo en la conferencia episcopal. El obispo me llamó para discutir cuáles eran sus preocupaciones allí. Después de la conversación, sacó una carta en la que alguien me acusaba de herejía. El obispo me pidió que comentara eso y me aconsejó que fuera un poco más cuidadoso en el futuro. Le dije: “Si no confía en mi a este respecto, no puedo representarle en la Conferencia Episcopal. Y ya no puedo mantener mis cargos”. Renuncié a todos mis puestos, fui muy radical. Después de eso, estaba claro que volvería a Alemania.

Las personas a menudo ...

llegan a una encrucijada, se detienen frente a ella y ya no se mueven. Pero siempre seguiste con gran valentía. ¿O fue casi una desesperanza? ¿Tuviste que dar este paso, para poder seguir existiendo ante tí?

Cada vez que me doy cuenta de que las cosas no conducen a ningún lado, tomo un camino diferente y hago algo nuevo. 

¿Cómo siguió entonces?

Mientras tanto, se había sabido en Alemania que había renunciado a mis puestos en Sudáfrica. La orden inmediatamente me exigió que regresara de la diócesis de allí, porque ya hacía tiempo querían que me hiciera cargo del puesto de rector del seminario Mariannhill en Würzburg.

Pero antes de eso, algo importante había sucedido en Sudáfrica, a saber, el contacto con la dinámica de grupo. En una conferencia conocí a un benedictino que me dijo: "Hay algo que es muy interesante, tienes que participar en ello". Me puso en contacto con un grupo de sacerdotes anglicanos que habían introducido las dinámicas de grupo en Sudáfrica. Ofrecían cursos ecuménicos y multirraciales, eran muy progresistas en este sentido.

Con ellos hice el entrenamiento de dinámicas de grupo. En el primer curso tuve una experiencia clave. El líder del grupo solo había preguntado en general: "¿Qué es más importante para usted, “los ideales o las personas”? ¿Qué sacrificas a quién? ¿La gente a un concepto ideal o el concepto ideal a la gente? Eso me afectó profundamente, no pude dormir la noche siguiente. Fue un punto de inflexión en mi vida.

¿Te diste cuenta...

de que se tenía que tratar de la gente?

De repente, la gente estaba en primer plano para mí. Hice varios entrenamientos con ellos y además apliqué dinámicas de grupo en la escuela en la que estaba.

Con este conocimiento y habilidad volví a Alemania. Cuando ya estuve dos meses aquí, el profesor Däumling de Bonn (uno de los fundadores de la dinámica de grupo en Alemania, H.B.) dio una conferencia sobre dinámicas de grupo en Würzburg. Por supuesto, que fui allí y le comenté que conocía la dinámica de grupo de mi trabajo en Sudáfrica. Este trabajo todavía era nuevo en Alemania, mientras que ya se había establecido en Sudáfrica. El Sr. Däumling me invitó a Bonn para prepararme como entrenador asistente. Esta invitación me dio un lugar en la escena de la dinámica de grupo en Alemania como alguien que ya podía hacer algo.

¿Pero eso ya...

era a principios de los setenta? 

Eso fue 1970. Regresé de Sudáfrica a fines de 1969. Con la dinámica de grupo, tuve enseguida un nuevo apoyo en Alemania. Inmediatamente apliqué el trabajo en el seminario. También ofrecí cursos de dinámica de grupo y me hice conocido como entrenador de dinámica de grupo. Pero sabía que aún me faltaba mucho. Por eso, enseguida después de mi regreso, comencé con el psicoanálisis en Würzburg.
Mientras tanto, interiormente me había ido alejado lentamente de mi orden. Cada vez más a menudo tuve que experimentar que al tomar decisiones importantes, las cuestiones de autoconservación eran más importantes que lo asuntos religiosos y humanos.

Con este conflicto interno fui al primer Congreso de  Dinámica de Grupo en Colonia y allí conocí a Ruth Cohn. El congreso tuvo lugar a fines del año 68, época de hippies y estudiantes radicales. También ingresaron a este congreso e interrumpieron los eventos. Ruth Cohn salvó el congreso con una habilidad increíble al ganarse a los estudiantes. Eso me impresionó mucho. Poco después fui a un curso con ella. Fue el primer curso que ofreció en Alemania.
En ese curso habló sobre la terapia Gestalt. Ella conocía bien a Fritz Perls y, por lo tanto, estaba familiarizada con la terapia Gestalt. La terapia Gestalt todavía era completamente desconocida en Alemania. En el grupo, ofreció una demostración de la terapia Gestalt y preguntó quién quería ser el primero en sentarse en la llamada silla caliente. Yo me ofrecí. Mientras ella trabajaba conmigo, miré a lo lejos. De repente, vi que tenía un futuro diferente. Ya no en la orden. La frase clave al final de esa sesión fue: "Me voy". Luego tuve que colocarme frente a cada participante y decir: "Me voy". Fue una experiencia increíble, una experiencia clave.

Para mí había quedado claro que permanecer en la orden era solo cuestión de tiempo. Pero primero volví a Würzburg. Al mismo tiempo, decidí hacer un psicoanálisis. Un amigo mío, el profesor Hermann Stenger, también dedicado a la dinámica de grupo, me consiguió un lugar para eso en Viena. Sabía que dejaría la orden y de este modo ya estaba tomando precauciones. Pero el momento aún no estaba maduro, estaba esperando el momento adecuado. En un entrenamiento de dinámica de grupo que ofrecí en Roma, de repente "hizo clic" para mí, durante una conversación con un estadounidense. Lo sabía: "Ahora había llegado el momento". Unos días después, comuniqué mi decisión a mis superiores religiosos en Roma. Después de eso, todo lo necesario se fue dando sin ninguna dificultad. Estaba completamente convencido de esta decisión. Mis superiores religiosos se dieron cuenta de esto y no hicieron ningún intento de cambiar mi opinión.

Había hecho previsiones para la vida fuera de la orden. Me podía mantener solo, porque era respetado en mi trabajo de dinámica de grupo. Inmediatamente me mudé a Viena y comencé el psicoanálisis.

Las influencias de diferentes escuelas terapéuticas en Bert Hellinger

¿Y luego llegó

Arthur Janov, relativamente rápido con la terapia primaria?

Eso tuvo un preludio. Había hecho todos los exámenes para mi título de psicoanalista y me uní al grupo de trabajo psicoanalítico en Salzburgo. Me pidieron que diera una conferencia. Mi tema fue el libro de Janov: "El grito primario". Eso no fue bien recibido.

Fui excluido del grupo de trabajo y me negaron la graduación. Debería haber hecho veinte horas de análisis, eso habría sido todo. Era el pendiente que había traído de Viena. Entonces fui a conocer a Janov y a uno de sus principales discípulos en los Estados Unidos y durante nueve meses hice terapia primaria. Fue una gran experiencia para mí.

¿Entonces esas también...

fueron experiencias muy negativas? ¿Algo así como un abuso de poder?

Me consternó. Pero, por otro lado, en ese momento, obtienes una libertad increíble.

¿Que repentinamente se pueda...

ir en una nueva dirección? ¿Qué se pueda escapar a las regulaciones y rituales que conlleva una escuela terapéutica??

Sí. Tampoco tienes obligaciones internas. Hice otro intento más tarde. Quería ser analista transaccional. También me rechazaron.

¿Por qué?

Me dijeron que no había pasado por el entrenamiento normal, a pesar de que Rüdiger Rogoll era mi mentor y un respetado maestro del Análisis Transaccional. Ese fue mi último intento de pertenecer a algún lugar. Fue doloroso, pero curativo y, sobre todo, increíblemente liberador.

Lo extraño fue que más tarde la cuestión volvió a cambiar. Tenía cierta reputación debido al análisis de guion, que había estado ofreciendo durante muchos años. El Grupo de Trabajo de Múnich para el Psicoanálisis quería que ofreciera análisis de guion para sus candidatos de formación, porque todavía tenían que aprender algo más, en otros dos procesos. Este grupo de trabajo me reconoció como psicoanalista. También obtuve una licencia como analista de la Asociación Médica de Baviera.

¿La terapia familiar...

mit vino después de la etapa con el psicoanálisis? ¿Cómo continuó el aprendizaje profesional??

Ambos comenzamos juntos la terapia familiar en Snowmass en los Estados Unidos. Luego se añadió la hipnoterapia y PNL. Estos cursos de capacitación adicionales están estrechamente vinculados contigo, porque más tarde trajiste importantes hipnoterapeutas y terapeutas de PNL de EE. UU. a Alemania. Inmediatamente comencé a integrar lo que surgió en el trabajo de Erickson y la PNL.

Para mí, estas fueron y son experiencias valiosas. El entrenamiento avanzado en Snowmass en terapia familiar con Ruth McClendon y Les Kadis y los Reddington fueron momentos maravillosos y fructíferos.

Cuando mira hacia atrás,...

¿qué personas que conociste en el campo de la psicoterapia te impresionaron más?

Ruth Cohn ciertamente, luego en Snowmass Ruth McClendon y Les Kadis. De los hipnoterapeutas, Jeff Zeig, Stephen Lankton y Stephan Gilligan fueron importantes para mí. Del análisis transaccional, fue Fanita English, anteriormente también Hilarion Petzold. Y, por supuesto, al principio, la dinámica de grupo en Sudáfrica, que ya he comentado. Con respecto a constelaciones familiares, Thea Schönfelder también fue importante. Con ella hice mi primera experiencia como representante.

Otro despertar a finales de los años ochenta: Bert Hellinger escribe libros y se dan los primeros eventos importantes.

A fines de los años...

ochenta hubo un momento en que las personas estaban sentadas en tus cursos y decían: "Bert, escribe un libro". Se distribuyeron guiones con citas de lo que habían recogido en los cursos. Algunas personas lo habían juntado y armado más tarde. Lo que desarrollaste de repente se convirtió en un gran movimiento. 

Pero ya había terminado, por así decirlo. 

Estabas en retirada.

Tenía la impresión de que te ibas a ir a Ainring a tu tranquila vida de jubilado. De repente se  te veía como que estabas comenzando de nuevo, y es lo que hiciste.

Antes que nada, fue importante que Gunthard Weber publicara el libro "Zweierlei Glück"- Felicidad Dual. Eso abrió todo el campo a lo amplio. En aquel entonces, no era el momento para que lo hiciera yo mismo. Que Gunthard hiciera esto fue un gran logro. De pronto, quedó claro: "Ahora también yo voy a hacer algo". Comencé a escribir el libro "Órdenes de amor". ¿Sabes cómo lo hice?

Me senté y transcribí...

los videos, lo cual fue muy difícil porque el sonido era muy malo. Lo que salió de esto se convirtió en la primera parte del libro "Órdenes de amor". 

Poco después fui invitado a un curso para terapeutas familiares, que también fue grabado. Este video se convirtió en la base de la segunda parte de "Órdenes de Amor”. 
Al poco tiempo hubo un congreso en Garmisch que Wolf Büntig había organizado. Allí di la conferencia "Del cielo que enferma y la tierra que sana". En ese congreso además ofrecí un curso y dije: "Aceptaré hasta 35 participantes". Pero, se presentaron 350. ¿Qué debía hacer entonces? Dije: "Entonces haré el curso con todos". Poco antes, una mujer se acercó y me preguntó: "¿Te importa si grabo este curso?" Este video se convirtió en la base de la tercera parte de "Órdenes de amor “. Ese fue también el origen de los eventos multitudinarios. Todo sucedió como por casualidad.

¿No fue...

algo que planeaste? 

Sucedió y súbitamente fue un desafío.

Las críticas y su vinculación al grupo

¿Puedo regresar al tema...

de la pertenencia a grupos? Los psicoterapeutas que te atacan, especialmente los sistémicos, defienden su campo y, cuando te atacan, están completamente en sintonía con su conciencia. En tu caso, fue posible que pudieras abandonar el campo de la orden y la iglesia. En lugar de permanecer en la comunidad de la Orden y la Iglesia, seguiste adelante y no te dejaste obligar por ella. ¿Qué te hizo tan independiente? ¿Es algo así como la necesidad de seguir un movimiento interno?

Eso es más complejo. Tuve la ventaja de que también había aprendido otras profesiones. Había aprobado el examen de maestro en Sudáfrica y con eso allí ya tenía una alternativa. Sentí que eso me daba una independencia completamente diferente, y los demás también lo sintieron. Entonces no pudieron intimidarme. Esa alternativa fue algo muy valioso para mí.

Ahora imagínate a aquellos que solo han aprendido una profesión o aquellos que finalmente se han convertido en psicoanalistas después de diez años de aprendizaje. Más tarde, tal vez, se dan cuenta que hay algo más, pero ya no pueden retirarse de lo que han desarrollado por sí mismos. Están entonces en una situación similar a la de muchos sacerdotes. No tienen alternativa porque no se tolera una alternativa en su grupo. Tan pronto como aspiren a otra cosa, serán excluidos de ese grupo. Luego representan las posiciones de su grupo ante el mundo exterior como una lucha por la supervivencia. Muchas críticas a las constelaciones familiares deben ser consideradas desde este punto de vista. Sus críticas a menudo tienen poco que ver con constelaciones familiares en sí. Ni siquiera se miran ni se examinan en detalle. Se las rechaza de inmediato, porque instintivamente siente que puede ser peligroso para el propio grupo y su supervivencia.
 

Muchos esperan...

que tomes una posición ante tales críticas. Lo entiendo como que algunos esperan que seas diferente.

Sí, exactamente. Básicamente me retiro cuando alguien quiere ganar poder sobre mí. Me acusan de no aceptar las críticas. Acepto las críticas, pero no cuando alguien pretende tener poder sobre mí. Muchas críticas ocultan la demanda: “Tienes que abandonar tu posición y seguirme. ¿Por qué no lo haces como yo quiero? "
 
Si se trata de una crítica en el sentido de: echemos juntos un vistazo a lo que funciona allí y lo que es útil aquí, entonces el otro habla de una experiencia y busca una experiencia. A su vez, yo hablo de una experiencia y busco una experiencia. Nos enriquecemos mutuamente a través de las diferentes experiencias. A pesar de las críticas, lo que aquí en realidad solo significa- a pesar de las diferentes experiencias-, cada uno le ha dado algo al otro. Para mí, este es un intercambio valioso con el que puedo crecer y desarrollarme. Pero si alguien dice: "Tienes que escucharme y seguir mis argumentos, son mejores y más correctos que los tuyos", ¿qué quiere entonces? Quiere ganar poder sobre mí. Me retiro de eso.

Esta retirada me...

recuerda mucho a tu padre. Si imagino cómo evadió ser miembro del partido, debe haber sido algo similar. Simplemente no estaba disponible, se retiró.

Así es, nunca lo había visto de esta manera. Tal vez lo aprendí de él. En esto, puedo sentirme bien conectado con él.

El movimiento religioso y religioso de Bert Hellinger

¿Cómo describirías

tu fe?

Entretanto, ya no tengo fe. Por un lado, tener fe significa que sigo una idea de Dios o lo que se dice acerca de Dios o como una revelación de Dios o acerca de él. Creer que eso es cierto y configurar mi vida en consecuencia.
Pero incluso sin una fe de este tipo, hay un movimiento espiritual hacia algo Mayor. Este movimiento es la verdadera religiosidad, el movimiento hacia algo más grande y oculto. Este movimiento se puede encontrar en muchos creyentes, estén donde estén, así como en muchos otros que no tienen una fe firme. En este movimiento se dirigen hacia algo y desde allí miran más allá de lo estrecho, de lo obvio. Para muchas personas, lo religioso está ligado a ciertas imágenes de Dios. Pero también existe sin tales imágenes. El movimiento hacia algo más grande es el mismo en todas las religiones, independientemente de ciertas imágenes de Dios. Por lo tanto, también se da fuera de las religiones.
La cuestión es si las muchas imágenes de Dios son compatibles con este movimiento religioso, o si después de algún tiempo se oponen a este movimiento, o quizás incluso lo conduzcan al absurdo.

Hay mucha contradicción en lo que se proclama religioso. Me dediqué a este tema. Si tomas en serio la frase: "Todo es movido” ¿desde dónde se mueve? Desde un lugar fuera de nosotros. Este movimiento es creativo porque tiene un efecto. Sin embargo, según mi concepto, debe haber un movimiento o una fuerza primaria de la cual proviene cada movimiento. No sé si esta fuerza primaria puede llamarse Dios. Puede que haya algo intermedio, pero eso no me importa. Lo único importante es que cada movimiento, sea cual sea, esté conducido por algo fuera del mismo, por algo creador. Este elemento creador está dirigido al movimiento y su dirección, debe serlo, porque no puede ser un movimiento dirigido contra sí mismo al mismo tiempo.

Si se toma esto en serio, todo lo que sucede, incluido lo que se llama malo, terrible o violento, se mueve por la misma causa. Esto crea una visión diferente. La distinción entre el bien y el mal ya no se puede mantener. Preguntas como: "¿Cómo puede Dios permitir que esto suceda?" Se vuelven aquí irrelevantes. Para mí se trata de asentir a este movimiento perceptible- tal como es. Eso es para mí- religioso. En este sentido, soy muy religioso. Este asentimiento no necesita una imagen o fe. Todos pueden experimentar esto directamente en su alma.
 

El bien y el mal, Hitler

Los pares de opuestos "Bien …

y el Mal” surgieron en algún momento como una orientación. En nuestro pensamiento ya son conceptos fijos. 

Se tiene que enfrentar lo bueno y lo malo con la misma actitud, porque en ambos el mismo Poder está actuando. Cuando se hace, ya no existe esa diferencia. Si se puede mantener esto, no solo en la cabeza, sino también en la práctica, representa además una purificación y un logro increíbles.  

Desde el punto de vista práctico …

La aplicación también crea controversia. Mientras solo se está filosofando sobre ello, no importa. Después de todo, no es una nueva comprensión que el bien y el mal finalmente se fusionan en una unidad. Pero si se aplica eso a cualquier persona en la práctica, por ejemplo, con un asesino en serie, un oficial de las SS o a un Hitler, todo mundo se resiste.  

Hitler es una prueba. Muchos de los que están en su contra miran a Hitler, pero la propia alma, con frecuencia, sigue muy secretamente a los rechazados. Miro detrás y más allá de él y veo que también se enfrenta a un destino inevitable. Tomar esto en serio, eso es religión para mí. Los pares de opuestos "Bien ... y el Mal” surgieron en algún momento como una orientación. En nuestro pensamiento ya son conceptos fijos .  

Crítica versus diálogo

¿Existe un paralelo...

entre retirarse cuando todas las críticas se dirigen hacia ti y retirarse de los reclamos de los nacionalsocialistas en tu juventud y más tarde los reclamos de la orden o de las escuelas terapéuticas?

Hay ciertas similitudes. Pero como veo lo importante que es para el grupo el campo en el que se mueve, no puedo juzgar a los demás que están en otro campo o decir "Son peores o mejores". Solo que están en otro campo. Entretanto veo esto como algo neutral. 

A veces también...

te afecta cuando la gente te trata de esta manera. ¿O eres inmune a eso? Algunas son personas que son cercanas a ti personalmente, que se han beneficiado enormemente de ti y de constelaciones familiares, y que ahora están en tu contra.

También las veo como parte de un campo y no lo experimento como un ataque personal. Lo puedo dejar así.. 

¿Mayormente o siempre?

Permíteme seguir siendo humano incluso aquí. Esta perfección sería terrible para mí. Pero enfrentarlo de esta manera relajada es un logro constante, un desafío constante. Tengo que reajustarme una y otra vez. Pero eso no excluye la posibilidad que yo también me enfrente a un conflicto.

Eso también...

significa respetar al oponente y tomarlo en serio.

Eso es parte de ello. La guerra es el padre de todas las cosas. También es el padre de la paz. 

¿Puede Hellinger...

asimismo ser un guerrero?

Lo he demostrado unas cuantas veces en mi vida.