El movimiento interrumpido tempranamente hacia la madre tiene consecuencias de largo alcance para la vida posterior y para nuestro éxito.
¿Cómo se muestra eso en detalle?
Cuando esos niños luego quieren acercarse a alguien, por ejemplo, a una pareja, su cuerpo les recuerda el trauma de la separación temprana. Entonces interrumpen el acercamiento. En lugar de acercarse a la pareja, esperan que ésta se acerque a ellos. Cuando realmente se acerca, a menudo les resulta difícil soportarla. La rechazan de una u otra forma en lugar de darle la bienvenida y tomarla felizmente. Lo padecen y siguen siendo reacios a abrirse, en caso de que sí, a menudo, solo por un corto tiempo. En forma similar les sucede con el propio hijo. A veces también les resulta difícil la simple cercanía.
Detrás de casi todos los traumas hay una situación en la que no fue posible un movimiento que hubiera sido necesario, de modo que permanecimos inmóviles o paralizados.
¿Cómo se resuelve tal trauma?
Se resuelve en nuestros sentimientos y en nuestros recuerdos si volvemos a esta situación a pesar de todo el miedo, entonces internamente hacemos el movimiento que fue evitado o interrumpido.
¿Qué significa esto para un movimiento interrumpido tempranamente hacia la madre?
Volvemos a la situación de ese momento, volvemos a ser los niños de ese momento, miramos a nuestra madre de ese entonces y damos un pequeño paso hacia ella a pesar del dolor creciente y la decepción y enojo de ese momento- con amor. Nos detenemos, le miramos a los ojos y esperamos hasta sentir la fuerza y el valor para el siguiente pequeño paso. Luego hacemos otra pausa hasta dar el siguiente pequeño paso y los siguientes pequeños pasos hasta caer al final en los brazos de nuestra madre, abrazados y sostenidos por ella, finalmente por completo uno con ella y- con amor junto a ella.
Más adelante, probamos también internamente si podemos hacer este movimiento con una pareja querida. Le miramos a los ojos y en lugar de esperar a que se mueva hacia nosotros, damos el primer pequeño paso hacia ella. Al cabo de un rato, cuando hemos reunido suficiente fuerza, damos un segundo paso. Así seguimos caminando hacia ella, paso a paso, lentamente, hasta que la tomamos en nuestros brazos y ella a nosotros, hasta que la sostengamos y dejemos que nos abrace, extensa y felizmente.